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Las tres perlas “gordas” de mi amigo Germán

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El otro día me encontré a Germán. Germán es un hombre de letras, acostumbrado a pastar del presupuesto público, con buen talante, creyente del diálogo y fanático del consenso. Para Germán es preferible un acuerdo que no sirva para nada que tomar una buena decisión. Por eso le veo disfrutar cuando me dice de forma grandilocuente que es imprescindible hacer cuanto antes esto o aquello, pero que antes hay que llegar a un consenso político entre las tres fuerzas políticas más centradas. Los dos sabemos que, mientras se alcanza el consenso, lo que es fundamental hacer quedará sin hacer, pero si ese es el precio del consenso… ¡sea! ¿Y si el consenso no llega nunca? Pues a seguir consensuando, ¡qué se le va a hacer! Ante todo… ¡¡¡consenso!!!

 

Mientras le escucho hablar, y como sabe que soy economista, me deja caer sus tres perlas, para que yo pueda ver lo mucho que se ha esforzado en aprender Economía, ¡siendo de letras cerrado!. Es cierto que ha acudido a clases con profesores ilustres y quiere mostrarme sus avances.

 

La primera maravilla que sale de su boca es que ya no quedan en el mundo economistas de la escuela austríaca (son el demonio) y que lo que han triunfado en el mundo civilizado y avanzado son las tesis keynesianas. Para adornar su vasto conocimiento, me afirma que el uso de las tesis de la escuela austriaca fue lo que provocó la llegada del fascismo alemán, mientras que las tesis keynesianas fueron todo un éxito en EE.UU. tras el crack del 29. Como tengo el convencimiento de que Germán no ha tenido tiempo todavía para leer un solo libro con enseñanzas de la escuela austríaca, ni de la keynesiana tampoco, sé a ciencia cierta que no tiene ningún sentido entrar a discutir sobre lo que ha dicho. De nada serviría indicarle que las consecuencias de las políticas keynesianas son que España paga al año en intereses de la deuda pública 31.000 millones de Euros que salen de los impuestos (me lo dijo él mismo), dinero que no puede usarse para prestar servicios a los ciudadanos que pagan esos impuestos. Lo que sí me duele es que, seguramente, Germán tampoco sabe algo que sí debería saber, entre otras cosas muy evidentes: que la escuela austríaca hunde sus orígenes en la mayor aportación de España a la Teoría Económica Mundial, que son las enseñanzas de la escuela de Salamanca, salidas de la Universidad que le presta el nombre y que está en Castilla y León. Enseñanzas y escuela que son un orgullo para una legión de economistas castellanos y leoneses y fuente de conocimiento para muchos otros economistas españoles y del resto del mundo, que en ningún caso se dejarían ser considerados como fascistas. Reconozco que el brillo de esta joya de Germán me dejó atónito y no pude sino sonreírme, así que él pudo proseguir como si tal cosa.

 

Germán, bajando al terreno, al día a día, me confiesa afligido que el mundo está patas arriba y que es todo culpa del presidente americano Donald Trump. Resulta que China, que era comunista, ahora es adalid del comercio mundial, tenaz defensora de la libertad de comercio -por eso nadie puede hacer negocios en China, pero, claro, esto Germán no lo sabe, no se lo han contado sus ilustres profesores-, y que ante esta gran decisión china ha llegado Trump y se ha hecho proteccionista porque tiene miedo de la libertad de comercio. ¡Coño, Germán, chico, no tienes límite en tu saber! Resulta que ahora en China buscan la libertad y en USA luchan contra ella. O sea, Germán, que estás viendo que los pájaros disparan a las escopetas. La verdad es que no doy crédito, la noche se hace día para mí.

 

Al hablar de todo un poco, la conversación nos acaba llevando a cuestiones más cercanas, y le pregunto por la reivindicación de una jornada de 35 horas que reclaman los funcionarios de Castilla y León. Germán, orgulloso, me dice que tiene mucha fe en todos ellos, y que él sabe que hay funcionarios que se quedan al finalizar su jornada, sin decírselo a nadie, para poder acabar su trabajo (pobres, pienso, luego no podrán cobrar sus horas extras como hacen los empleados de la empresa privada, igual habría que llamar a la Inspección…) y que por ese motivo, entre otros, sabe que el trabajo que harán en 35 horas será el mismo que si trabajaran 37 horas y media que tienen ahora. Cuando le voy a sugerir que porqué dejarlo en 35 horas cuando podrían ser 30, o 25 o incluso ¡¡¿¿cinco??!! nos interrumpen y no puedo preguntarle lo que piensa sobre el empleado de la empresa privada, que deberá seguir trabajando 40 horas a la semana para mantener el sarao. Posiblemente no lo tenga pensado, Germán no puede saberlo todo todavía, acaba de llegar, como quien dice, al mundo económico y del empleo en la empresa privada.

 

¡¡¡Enhorabuena, Consejero, felicidades!!! ¡¡¡Muchas gracias, Consejero!!!, le dicen. Y es cierto, Germán es Consejero de Empleo e Industria de la Junta de Castilla y León. Dudo mucho que pueda haberlo mejor entre lo que hay para elegir. Si no fuera por eso, me habría reído mucho con él el otro día, en el Foro de Economía de El Norte de Castilla, de fecha 29 de octubre, a las 9:30H. Si tienen la posibilidad, búsquenlo, porque perlas… ¡¡¡hubo más de tres!!!

Firmado: Ángel Vasallo Andrés. Economista.

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