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La cascada del Pozo de los Humos, en Salamanca, entre las más impresionantes de España

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La acción del agua dibuja distintos paisajes dignos de admiración. Elemento clave de los ecosistemas naturales, fundamental para el sostenimiento y la reproducción de la vida en el planeta. Por ello, desde tiempos remotos, el hombre ha dado vital importancia a la gestión del agua y la ha admirado en todas sus manifestaciones. Uno de los fenómenos más bellos producidos por el agua son las cascadas, un impresionante espectáculo de la naturaleza del que España cuenta con destacados ejemplos. El Monasterio de Piedra, enclave singular de la comarca de Calatayud, ha seleccionado cuatro cascadas que son visita obligada para los amantes de la naturaleza, entre ellas la del Pozo de los Humos, cascada ubicada entre las localidades salmantinas de Masueco de la Ribera y Pereña.

 

  • Pozo de los Humos, Salamanca

Magnífica cascada natural enclavada en un paraje inigualable: "El Pozo de los Humos" que se encuentra en plena naturaleza en la provincia de Salamanca y concretamente en la Comarca de “Las Arribes del Duero” que como su propio nombre indica es bañado por este río en su curso hacia Oporto donde desemboca.

Maravillosa vista es contemplar la caída desde más de cincuenta metros en vertical y en terreno rocoso del agua del afluente del Duero llamado el Uces, que se bifurca en este punto y da lugar a la creación por obra y gracia de la naturaleza de esta natural cascada (las cataratas de Niágara sólo la superan en dos metros ya que alcanzan los 52 metros) pudiéndose hacer una idea de la magnitud de este espectáculo que ni siquiera escapó a la atención de Miguel de Unamuno, que lo visitó quedando prendado de su belleza y plasmando la magnificencia con estas solemnes palabras “La caída de esas aguas es una de las más hermosas que pueden verse en aquellos adustos tajos“ rebautizándose a consecuencia de tal distinción y con el nombramiento municipal aquella senda por la de "la Senda de Unamuno" el cual tuvo que repetir visita a esta localidad de Masueco de la Ribera.

Las localidades de Masueco de la Ribera y Pereña comparten protagonismo y ambas se atribuyen y comparten su posesión geográfica, una a la izquierda de la ribera del Rio Uces y otra a la derecha.

La senda para llegar hasta allí es cómoda y conocida por los cientos de senderistas que la vistan cada año. Su espectacular belleza radica en la nube de vapor que se forma a su caída y la creencia popular de ser impenetrable e inexplorada su base, ya que la historia recuerda en canciones y fábulas cuando un campesino transitaba por sus aledaños y arreando un carro de bueyes con sus yugos,rejas,carro y aperos se deslizó precipitándose hacia el abismo, sin ser nunca recuperado pese que se aunaron todas las sogas del lugar en un infructuoso rescate.

Por la parte de Masueco se baja por la Senda de La Roblea que nos emboca a la coronación del nacimiento de la cascada , pudiendo transitar por la pasarela rústica que está construida para valientes, anclada con cierta temeridad en la roca para los más avezados. La bajada por la Cañada de Zarzalino que desciende al Pozo es también un reto para intrépidos.

Por la parte de Pereña se baja por el sendero de Palla Rubia, que desemboca en un pequeño estanque que se forma de la salpicaduras de tan angosta caída. En esta senda se ha dejado atrás una Cueva Natural que contiene pinturas rupestres.

La visita a la zona del paraje de Trincalino, llama a campistas que bajan aun otros doscientos metros en las laderas ribereñas, donde es famoso el espectáculo impresionante y poco visto de los cerezos en flor en el mes de Enero que con su microclima permite en pleno invierno temperaturas de más de treinta grados en los emboques del Duero. Ni los más viejos del lugar recuerdan estos parajes nevados, y no se recuerdan pasajes o leyendas que menciones ni siquiera una cuajada de granizos.

Robles, enebros y castaños, olivos, endrinos y jarales contemplan al viajero y dan cobijo al jabalí, al lobo, al lince ibérico y a cabras montesas, así como cantidad de aves migratorias, tórtolas, palomas, gansos y gaviotas de río son vistas con frecuencia y se hospedan para siempre.

La Cigüeña negra anida en estos parajes y la majestuosidad del Buitre indica el punto a coronar en el empeño en llegar al inigualable Pozo de los Humos. Los amantes de los pájaros pueden ver al águila, el milano, el abejaruco y el alimoche en su estado natural, la lechuza y el búho aurrucan al campista, anfibios, salamandras, ranas , reptiles y alacranes son frecuentes en la zona y se deben de guardar las debidas precauciones en las acampadas especialmente no se deben de levantar piedras para calzar las tiendas de campaña sin los correspondientes guantes de trabajo.

El granito enriquece la zona producto de las distintas erosiones que afloraron tan digno mineral del que lugareño hizo buen uso en la construcción de chozos, molinos, iglesias y candelas, con su procedencia datada del Paleozoico.

Los olivos milenarios guardan las historias y secretos de estas sendas que tantos pies han caminado, reclamada por los portugueses, defendidas por los ibéricos, han estado presentes en la memoria de los viajeros, dejando una huella indeleble en sus corazones que se van acumulando en el viento que persistente recuerda al senderista la grandiosidad de este marco único e incomparable.

Cómo llegar con el coche

Desde Masueco en dirección norte y desde la Plaza Mayor podemos elegir derecha o izquierda, el de la derecha es transitable en coche por la ruta de Vallegorda, y recorriendo las fincas rústicas de los parajes de Vallegorda, Los Cañizos, El Tintal, Tras el Monte, El Cimero y el Molino nos llevan al último sitio transitable en coche.

Aquí aparcaremos fácilmente en este lugar llamado La Peña del Agua y bajamos por el paraje descrito al principio de estas líneas La Roblea.

Hay que andar y se recomienda ropa de abrigo sobre todo por la noche, el trecho tiene unos 800 metros, encontrándonos en la Cañada de Zarzalino.

Distancia desde Salamanca:80 Kilómetros aproximadamente, se puede ir por Ledesma, Trabanca, Masueco o por Vitigudino, La Peña, Pereña de la Ribera.

Otras cascadas seleccionadas por el portal Monasterio de Piedra son el Nacimiento del río Asón, en Cantabria, los Chorros del río Mundo, en Castilla-La Mancha y la Cola de Caballo, en el celébre y excelso paraje aragonés del Monasterio de Piedra, en Calatayud.

  • Nacimiento del río Asón, Cantabria

En lo alto de la cascada nace el río Asón, que nada más nacer, cae por la montaña en forma de cascada. Es conocida como la cascada Cailagua – “cae el agua”. Para llegar a ella hay que desplazarse 50 kilómetros desde Ramales por la comarcal S-530.

El entorno del río Asón cuenta con una ruta de senderismo muy sencilla, con apenas 200 metros de desnivel, ideal para recorrerla con niños. Un plan que permite dar un paseo por un bosque de cuento, llegar a los pies de una espectacular cascada, y conocer uno de los valles más bellos de Cantabria.

  • Los Chorros del Río Mundo, Castilla- La Mancha

En el sur de la provincia de Albacete, en Riópar, se encuentran los Chorros del Río Mundo, una cascada de 80 metros resultado del desbordamiento de las aguas subterráneas de la cueva de los Chorros. Con el exceso de las lluvias la salida del agua llega a multiplicar por mil el caudal de este icónico nacimiento, formando una cascada que se convierte en todo un atractivo turístico.

En el entorno el visitante puede encontrar cabras montesas por los riscos y buitres, y en la parte de arriba, que es una especie de desierto de piedra, se encuentra vegetación típica como el enebro, retama y numerosos endemismos.

  • Cola de Caballo, Monasterio de Piedra

El Monasterio de Piedra, ubicado en Nuévalos, Zaragoza, cuenta con un Parque- Jardín Histórico donde el visitante puede disfrutar de numerosas cascadas y grutas. Para los seguidores del Complejo Turístico en Redes Sociales la cascada conocida como Cola de Caballo es la preferida. Un salto de agua de más de cincuenta metros de altura que no deja indiferente a nadie.

Se puede contemplar en todo su esplendor desde el mirador de la Cola de Caballo y tras ella, oculta tras el agua que cae majestuosa, encontramos la Gruta Iris. En nuestro recorrido por el Parque podremos ver la cascada Iris, el Baño de Diana, y la cascada de la Trinidad entre otras. Una escalera tallada en la roca nos lleva hasta el lugar conocido como el parque de Pradilla y, cerca, otras dos cascadas: Caprichosa y Los Fresnos Altos.

 

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